viernes, junio 19

A veces uno se enamora de las hojas y no de las raíces

Cuando supe de tu existencia
-mis recuerdos generalmente son ya de por si bastante vagos-
pero en ese momento por alguna razón
mi capacidad de razonamiento se anuló por completo
y fui capaz de tomarle atencion a aquellas cosas
que no requieren de un complemento superfluo para ser apreciadas
Las cosas simples,
realmente simples.

Nunca me voy a olvidar de lo estupidamente extraño que me sentí.

Feliz y extraño.

Nunca me voy a olvidar de lo linda que te veías sentada en aquella posición.
De la cara de tristeza que ponías con cada fumada que le dábamos al único cigarro que teníamos. De como el viento jugaba con tu largo y peinado pelo.
De lo absurdamente vulnerable que me sentí con la idea de que me miraras al mismo tiempo que yo lo hacía.
 

Del ensordecedor ruido de las bocinas.
 

De la calidez del aire (a pesar del frío), de su olor (ese olor que emanan las plantas cuando hacen fotosíntesis)
un olor anestésico, que deja todo lo que creías importante en un plano tan secundario e irrelevante
como la marca de la bolsa de hielo que compramos en la botillería cada vez que bebemos juntos o solos
 

La falsa idealización.
La incondicionalidad.

La felicidad sin fundamento.

La angustia de no saber lo que piensas.
El imaginar las cosas a mi conveniencia.
Los celos que no me corresponde tener.

El sentirte mía por un rato.
La imposibilidad de poder mirar a otra.
El suspiro que nunca termina.

La musica que solo suena en mi cabeza.
Mi torpeza multiplicada por cien.

Nunca me voy a olvidar de ese olor
olor a nostalgia,
nostalgia de cosas que nunca pensé que pasarían
ese olor con dejos de amor y prosperidad,
que me recuerda todo lo que pudimos ser y lo que seremos.-










(solo recuerda: a veces de las hojas nacen nuevas raíces)

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